Guerra sin tregua ni descanso, guerra
a nuestros enemigos, hasta el día
en que su raza detestable, impía
no halle ni tumba en la indignada tierra.
Lanza sobre ellos, nebulosa sierra,
tus fieras y torrentes; tu armonía
niégales, ave de la selva umbría;
y de sus ojos, tu luz destierra.
Y si impasible y ciega la natura
sobre todos extiende un mismo velo
y a todos nos prodiga su hermosura;
anden la flor y el fruto por el suelo,
no les dejemos ni una fuente pura,
si es posible ni estrellas en el cielo.
a nuestros enemigos, hasta el día
en que su raza detestable, impía
no halle ni tumba en la indignada tierra.
Lanza sobre ellos, nebulosa sierra,
tus fieras y torrentes; tu armonía
niégales, ave de la selva umbría;
y de sus ojos, tu luz destierra.
Y si impasible y ciega la natura
sobre todos extiende un mismo velo
y a todos nos prodiga su hermosura;
anden la flor y el fruto por el suelo,
no les dejemos ni una fuente pura,
si es posible ni estrellas en el cielo.
Ignacio Ramírez (1818-1879)
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