martes, 4 de septiembre de 2012

El fin de la utopía: Episodios de la vida y cartas de Rimbaud y Verlaine


El fin de la utopía: Episodios de la vida y cartas de Rimbaud y Verlaine

[El amorío entre Arthur Rimbaud y Paul Verlaine estuvo lleno de sinsabores y disputas. Uno de los capítulos más interesantes de su vida en común transcurre en Londres, y Bruselas un mes después de una de sus reconciliaciones. Fue una batalla tan violenta como estúpida. Compartían una habitación y se turnaban para limpiarla. A Verlaine le tocaba ir al mercado aquel día, y Rimbaud, asomado al a ventana, le grita al verlo de vuelta: “¡Vaya! ¡Qué desgarbado! ¡Qué estúpido resultas con tu botella y tu pescado sucio! ¡Si te vieras, viejo…!”, y Verlaine responde al insolente niño poeta estampándole el pescado en la jeta. Luego de esta disputa, un Verlaine agobiado por el despotismo de su joven amante, se dirige al puerto donde compra un pase para Bélgica, dejándolo en la calle de Londres sin un penique, para ir, según él, a encontrarse con su esposa, a la que ha llamado a Bruselas en espera de una reconciliación con ella. Rimbaud comprende que se ha pasado de la raya y entra en pánico.]

CARTA DE RIMBAUD A VERLAINE

Londres, viernes en la tarde
Julio 4, 1873

Vuelve, vuelve, querido amigo, único amigo, vuelve. Te juro que seré bueno. Si me porté grosero contigo, fue una broma en la cual me encapriché. Me arrepiento más de lo que puede decirse en palabras. Vuelve, se olvidará todo. ¡Qué desgracia que creyeras en esta broma! Desde hace dos días no dejo de llorar. Vuelve. Sé valeroso, querido amigo. Nada se ha perdido. Sólo tienes que reemprender el viaje. Viviremos aquí con valor y paciencia. ¡Ah!, te lo suplico. Es por tu bien, además. Vuelve, hallarás de nuevo todas tus cosas. Quiero que sepas muy bien que nada había de verdadero en nuestra discusión. ¡Qué terrible momento! Pero cuando te hacía señas de que bajaras del barco, ¿por qué no viniste? ¡Hemos vivido dos años juntos para llegar a este momento! ¿Qué vas a hacer? Si no quieres regresar, ¿quieres que yo te alcance?

     –Sí, yo fui quien se equivocó.
     –Oh di, ¿no me olvidarás?
     –No, no puedes olvidarme.
     –Yo, yo siempre te llevo en mí.

     Di, responde a tu amigo. ¿No podemos vivir ya juntos? Sé valiente, respóndeme pronto. No puedo quedarme aquí mucho tiempo. Escucha sólo a tu buen corazón.
     Contesta rápido si debo reunirme contigo.

RIMBAUD

Rápido, responde, no puedo quedarme aquí más allá del lunes en la noche. No tengo un céntimo; no puedo poner esto en el correo. Confié a Vermersch[1] tus libros y tus manuscritos.
     Si no debo verte de nuevo, me enlistaré en la marina o en el ejército. Oh, vuelve, lloro a todas horas. Dime del reencuentro, iré, dímelo, telegrafíame. Es necesario que parta el lunes por la noche. ¿Dónde vas? ¿Qué vas a hacer?

[Verlaine envía por su parte una carta a Rimbaud, que se cruza con la de éste.]

CARTA DE VERLAINE A RIMBAUD

Julio 3, 1873
En mar,
Amigo mío,
No sé si estarás aún en Londres cuando esto te llegue; sin embargo, tengo que decirte que debes, en el fondo, comprender, por último, que me hacía mucha falta partir, ¡que esta vida violenta y todas las escenas de tu fantasía sin motivo ya no me podían dar más por culo!
     Solamente, como te amé intensamente (vergüenza de aquel que piense mal de esto) te tengo que confirmar que si de aquí a tres días, no soy capaz de r' con mi mujer, en las idóneas condiciones, me vuelo los sesos. 3 días de hotel, una rivolvita, eso cuesta mucho... de ahí mi "tacañería" de esta semana. Me deberás perdonar.
     Si, como es bastante probable, tuviera que hacer esta última tontería, yo le daría a ella unos meses para afrontarlo. –Lo siguiente, amigo mío, será para ti, para ti, que ahora me consideras lo peor, y con quién no he deseado regresar porque ha hecho falta que te enterrara, –¡POR FIN!
     ¿Quieres que te mande un beso matador?

Tu pobre
P. Verlaine

No nos imaginemos más (a ti y a mí) en todo caso. Si mi mujer viene, tendrás mi dirección, y espero que me escribas; entretanto, de aquí a tres días, sin más, sin menos, mándame el resto del correo de Bruselas, a mi nombre.
     Devuelve sus tres libros a Barrère.

[Al terminar la primera carta, Rimbaud recibe la de Verlaine, que lo llevó a escribir una segunda parte, en un tono completamente distinto. Ya no se acusa, ahora se burla y amenaza a Verlaine.]

CARTA DE RIMBAUD A VERLAINE

Julio 5, 1873

Querido amigo, tengo tu carta fechada “en el mar”. Esta vez tienes la culpa, y mucha culpa. De principio: nada positivo en tu carta. Tu mujer no volverá o volverá en tres meses, ¿qué se yo? En cuanto a hincar el pico, te conozco. Te vas, esperando a tu mujer y a tu muerte, a bregar penosamente, a errar, a aburrirte de la gente. ¿Qué? ¿No te has dado cuenta de que as cóleras eran tan falsas de un lado como del otro? Pero tú serás quien tenga la última culpa, puesto que, aun después de que te llamé, has persistido en tus falsos sentimientos. ¿Crees que tu vida será más agradable con otro que conmigo? REFLEXIONA ESTO. Ah, desde luego no.
     Sólo conmigo puedes ser libre, y puesto que te juro ser amable en el porvenir, que deploro toda mi parte de culpa, que, en fin, tengo el espíritu impío y te quiero bien, si no quieres regresar, dime que te alcance. Cometes un crimen y te arrepentirás de esto muchos años con la pérdida de toda libertad y con los hastíos más atroces, más tal vez de todos los que has probado. Después de esto, piensa otra vez quién eras antes de conocerme.
     En lo que respecta a mí, no volveré a casa de mi madre. Iré a París, trataré de partir el lunes por la noche. Me forzarás a vender toda tu ropa; qué otra cosa puedo hacer. Aún no se ha vendido; se la llevarán hasta el lunes en la mañana. Si quieres enviarme cartas a París, dirígelas a L. Forain, 289, rue Saint-Jacques, para A. Rimbaud.
     Desde luego, si tu mujer regresa, ya no te comprometeré escribiéndote. Ya no te escribiré nunca.
     Lo único que quiero decirte verdaderamente es: Vuelve, quiero estar contigo, te quiero. Si escuchas esto, mostrarás valor y un espíritu sincero. De otra forma, te compadezco. Pero te quiero, te abrazo y volveremos a vernos.

RIMBAUD

8 Great Colle[2], etcétera. hasta el lunes por la noche, o martes al mediodía, si me llamas.

[Verlaine le pide a Rimbaud que lo alcance en Bruselas, donde estará esperándolo, acompañado de su madre. Rimbaud acude, pero pronto se aburre y se siente perdido. Quiere regresar al Charleville. Se alcoholizan juntos y vuelven al hotel dándose empujones e insultándose. Verlaine se siente estafado. Al volver al hotel, Rimbaud anuncia que se marchará, ahora es el turno de Verlaine de ser dramático y violento: toma una pistola y le dispara a su joven amigo, o “hermano”, como decía Rimbaud en sus escritos. La bala se incrusta en la mano del muchacho, una segunda bala es disparada contra el suelo. El príncipe de los poetas entra en pánico y corre a refugiarse en el cuarto de su madre, seguido por un furioso Rimbaud. Acuden al médico para retirarle la bala, Rimbaud sigue empeñado con volver a Charleville. Verlaine intenta retener a Rimbaud a su lado; aún lleva la pistola en el bolsillo. Caminan de vuelta al hotel. Verlaine se adelanta un poco, vuelve apresurado, Rimbaud teme un nuevo exabrupto y sale corriendo, deseoso de venganza. Le dice a un policía: “Este hombre intentó matarme, trae una arma en el bolsillo”. Verlaine es arrestado. La declaración de Rimbaud lleva a Verlaine a ser condenado a dos años de cárcel. Rimbaud regresa entonces a las Ardenas, es el fin del “desarreglo de todos los sentidos”, de la búsqueda de unidad a través de ese proceso, del deseo de convertirse en Hijos del Sol.]

[EL FIN]


[1] Vermersch y les medios comunardos de Londres.
[2] Great College Street, donde vivieron juntos en Londres.