El fin de la utopía: Episodios de la vida y cartas de Rimbaud y Verlaine
[El
amorío entre Arthur Rimbaud y Paul Verlaine estuvo lleno de sinsabores y disputas.
Uno de los capítulos más interesantes de su vida en común transcurre en
Londres, y Bruselas un mes después de una de sus reconciliaciones. Fue una batalla tan
violenta como estúpida. Compartían una habitación y se turnaban para limpiarla.
A Verlaine le tocaba ir al mercado aquel día, y Rimbaud, asomado al a ventana,
le grita al verlo de vuelta: “¡Vaya! ¡Qué desgarbado! ¡Qué estúpido resultas
con tu botella y tu pescado sucio! ¡Si te vieras, viejo…!”, y Verlaine responde
al insolente niño poeta estampándole el pescado en la jeta. Luego de esta
disputa, un Verlaine agobiado por el despotismo de su joven amante, se dirige
al puerto donde compra un pase para Bélgica, dejándolo en la calle de Londres
sin un penique, para ir, según él, a encontrarse con su esposa, a la que ha
llamado a Bruselas en espera de una reconciliación con ella. Rimbaud comprende
que se ha pasado de la raya y entra en pánico.]
CARTA DE RIMBAUD A VERLAINE
Londres, viernes en la
tarde
Julio 4, 1873
Vuelve, vuelve, querido amigo,
único amigo, vuelve. Te juro que seré bueno. Si me porté grosero contigo, fue
una broma en la cual me encapriché. Me arrepiento más de lo que puede decirse
en palabras. Vuelve, se olvidará todo. ¡Qué desgracia que creyeras en esta
broma! Desde hace dos días no dejo de llorar. Vuelve. Sé valeroso, querido
amigo. Nada se ha perdido. Sólo tienes que reemprender el viaje. Viviremos aquí
con valor y paciencia. ¡Ah!, te lo suplico. Es por tu bien, además. Vuelve,
hallarás de nuevo todas tus cosas. Quiero que sepas muy bien que nada había de
verdadero en nuestra discusión. ¡Qué terrible momento! Pero cuando te hacía
señas de que bajaras del barco, ¿por qué no viniste? ¡Hemos vivido dos años
juntos para llegar a este momento! ¿Qué vas a hacer? Si no quieres regresar,
¿quieres que yo te alcance?
–Sí, yo fui quien se equivocó.
–Oh di, ¿no me olvidarás?
–No, no puedes olvidarme.
–Yo, yo siempre te llevo en mí.
Di, responde a tu amigo. ¿No podemos vivir
ya juntos? Sé valiente, respóndeme pronto. No puedo quedarme aquí mucho tiempo.
Escucha sólo a tu buen corazón.
Contesta rápido si debo reunirme contigo.
RIMBAUD
Rápido, responde, no puedo
quedarme aquí más allá del lunes en la noche. No tengo un céntimo; no puedo
poner esto en el correo. Confié a Vermersch[1]
tus libros y tus manuscritos.
Si no debo verte de nuevo, me enlistaré en
la marina o en el ejército. Oh, vuelve, lloro a todas horas. Dime del reencuentro,
iré, dímelo, telegrafíame. Es necesario que parta el lunes por la noche. ¿Dónde
vas? ¿Qué vas a hacer?
[Verlaine
envía por su parte una carta a Rimbaud, que se cruza con la de éste.]
CARTA DE VERLAINE A RIMBAUD
Julio 3, 1873
En mar,
Amigo
mío,
No sé si estarás aún en Londres
cuando esto te llegue; sin embargo, tengo que decirte que debes, en el fondo,
comprender, por último, que me hacía mucha falta partir, ¡que esta vida
violenta y todas las escenas de tu fantasía sin motivo ya no me podían dar más
por culo!
Solamente, como te amé intensamente (vergüenza de aquel que piense mal
de esto) te tengo que confirmar que si de aquí a tres días, no soy capaz de r' con mi mujer, en las idóneas
condiciones, me vuelo los sesos. 3 días de hotel, una rivolvita, eso
cuesta mucho... de ahí mi "tacañería" de esta semana. Me deberás
perdonar.
Si, como es bastante probable, tuviera que hacer esta última tontería,
yo le daría a ella unos meses para afrontarlo. –Lo siguiente, amigo mío, será
para ti, para ti, que ahora me consideras lo peor, y con quién no he deseado
regresar porque ha hecho falta que te enterrara, –¡POR FIN!
¿Quieres que te mande un beso matador?
Tu
pobre
P.
Verlaine
No nos imaginemos más (a ti y a mí)
en todo caso. Si mi mujer viene, tendrás mi dirección, y espero que me
escribas; entretanto, de aquí a tres días, sin más, sin menos, mándame el resto
del correo de Bruselas, a mi nombre.
Devuelve sus tres libros a Barrère.
[Al terminar
la primera carta, Rimbaud recibe la de Verlaine, que lo llevó a escribir una
segunda parte, en un tono completamente distinto. Ya no se acusa, ahora se
burla y amenaza a Verlaine.]
CARTA DE RIMBAUD A VERLAINE
Julio 5, 1873
Querido amigo, tengo tu carta
fechada “en el mar”. Esta vez tienes la culpa, y mucha culpa. De principio:
nada positivo en tu carta. Tu mujer no volverá o volverá en tres meses, ¿qué se
yo? En cuanto a hincar el pico, te conozco. Te vas, esperando a tu mujer y a tu
muerte, a bregar penosamente, a errar, a aburrirte de la gente. ¿Qué? ¿No te
has dado cuenta de que as cóleras eran tan falsas de un lado como del otro?
Pero tú serás quien tenga la última culpa, puesto que, aun después de que te
llamé, has persistido en tus falsos sentimientos. ¿Crees que tu vida será más
agradable con otro que conmigo? REFLEXIONA ESTO. Ah, desde luego no.
Sólo conmigo puedes ser libre, y puesto que te juro ser amable en el
porvenir, que deploro toda mi parte de culpa, que, en fin, tengo el espíritu impío
y te quiero bien, si no quieres regresar, dime que te alcance. Cometes un
crimen y te arrepentirás de esto muchos
años con la pérdida de toda libertad y con los hastíos más atroces, más tal
vez de todos los que has probado. Después de esto, piensa otra vez quién eras
antes de conocerme.
En lo que respecta a mí, no volveré a casa de mi madre. Iré a París,
trataré de partir el lunes por la noche. Me forzarás a vender toda tu ropa; qué
otra cosa puedo hacer. Aún no se ha vendido; se la llevarán hasta el lunes en
la mañana. Si quieres enviarme cartas a París, dirígelas a L. Forain, 289, rue
Saint-Jacques, para A. Rimbaud.
Desde luego, si tu mujer regresa, ya no te comprometeré escribiéndote.
Ya no te escribiré nunca.
Lo único que quiero decirte verdaderamente es: Vuelve, quiero estar
contigo, te quiero. Si escuchas esto, mostrarás valor y un espíritu sincero. De
otra forma, te compadezco. Pero te quiero, te abrazo y volveremos a vernos.
RIMBAUD
8 Great Colle[2],
etcétera. hasta el lunes por la noche, o martes al mediodía, si me llamas.
[Verlaine le
pide a Rimbaud que lo alcance en Bruselas, donde estará esperándolo, acompañado
de su madre. Rimbaud acude, pero pronto se aburre y se siente perdido. Quiere
regresar al Charleville. Se alcoholizan juntos y vuelven al hotel dándose empujones
e insultándose. Verlaine se siente estafado. Al volver al hotel, Rimbaud
anuncia que se marchará, ahora es el turno de Verlaine de ser dramático y
violento: toma una pistola y le dispara a su joven amigo, o “hermano”, como
decía Rimbaud en sus escritos. La bala se incrusta en la mano del muchacho, una
segunda bala es disparada contra el suelo. El príncipe de los poetas entra en
pánico y corre a refugiarse en el cuarto de su madre, seguido por un furioso
Rimbaud. Acuden al médico para retirarle la bala, Rimbaud sigue empeñado con
volver a Charleville. Verlaine intenta retener a Rimbaud a su lado; aún lleva
la pistola en el bolsillo. Caminan de vuelta al hotel. Verlaine se adelanta un
poco, vuelve apresurado, Rimbaud teme un nuevo exabrupto y sale corriendo,
deseoso de venganza. Le dice a un policía: “Este hombre intentó matarme, trae
una arma en el bolsillo”. Verlaine es arrestado. La declaración de Rimbaud
lleva a Verlaine a ser condenado a dos años de cárcel. Rimbaud regresa entonces
a las Ardenas, es el fin del “desarreglo de todos los sentidos”, de la búsqueda
de unidad a través de ese proceso, del deseo de convertirse en Hijos del Sol.]
[EL FIN]
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